martes, 24 de junio de 2008

El futuro de los vendedores

Francis ha dejado un comentario en mi anotación del pasado día 19. Comoquiera que es el primer comentario "serio" que recibe este blog, me hace ilusión anotar esta respuesta en un nuevo post, en vez de hacerlo en los comentarios del mencionado.

Bueno, no es realmente una respuesta; más bien, una ampliación a lo allí expuesto, que no pasaba de ser una referencia a un artículo de Pepe Cervera en su blog, alojado en 20minutos, Retiario, que recomiendo. Por lo demás, lo que cuento lo he aprendido en blogs como el del propio Cervera, el de David Bravo, el de Ismael Valladolid, el de Enrique Dans... En fin, ahí, a la derecha, está el blogroll.



En los DVD comerciales de cine, las películas suelen venir precedidas de dos o tres trailers, que no son sino publicidad de otros productos de la empresa cinematográfica. Por su parte, en los que vienen de regalo o a bajo precio con periódicos y revistas, aparecen logotipos, eslóganes e, incluso, clips publicitarios de las empresas que los patrocinan. Y no he visto a nadie protestar contra eso.

En los CD de música, un jingle publicitario quedaría un poco más chusco (ah, aquellos tiempos del "está como nunca el coñac que mejor sabe"), pero sería fácilmente saltable a la hora de escucharlos. Por lo demás, también son regalados o vendidos baratos por periódicos y revistas, con los correspondientes logos de los sponsors bien visibles en la carpeta, y no pasa nada. Creo que fue Prince quien, recientemente, regaló su último trabajo con un periódico británico. Sólo se enfadó la Industria, claro.

En cualquier caso, no creo que la intención de Cervera sea recomendar a las compañías discográficas que busquen la forma de abaratar los CD y DVD para continuar manteniendo la estructura del mercado cultural tal como es ahora, con soportes físicos grandes, contaminantes y perecederos. La forma en que la gente accede en la actualidad a los productos culturales es mucho más abierta y directa. Ahora, por ejemplo, es más corriente escuchar música en los reproductores de mp3; y canciones sueltas, en lugar de elepés (¿se puede decir así, ahora?) de doce o catorce canciones. Ya no es imprescindible alinear los CD en el estante, con los lomos de sus impactantes carátulas convenientemente colocados por orden alfabético. Ahora, en un disco duro multimedia de los que se venden por 100 euros, y en el que se puede grabar y borrar cuantas veces se desee, caben cómodamente unas 100.000 (sí, cien mil) canciones. A doce o catorce canciones por disco, unos 7.000 (siete mil) discos. Muchos discos para el estante. Sin meternos necesariamente en mulas ni torrentes (cosa que en España, aún, no es ilegal), se podría comprar el disco (barato, o regalado) y pasarlo a mp3, o comprar el archivo directamente, grabarlo en el disco duro y escucharlo tan ricamente, tumbados en el sofá y a golpe de mando a distancia. O con los auriculares del reproductor portátil, en cualquier sitio. Todo ello, si fuera a un precio asequible.

Pagar 25 euros por un CD recién salido al mercado no es razonable, salvo para el directivo de la compañía discográfica y para el que vende los discos en la tienda (o para los fans coleccionistas recalcitrantes entre los cuales, para algún que otro monstruo, infortunadamente me encuentro; cosas de la edad), cuando luego va a ser escuchado siempre en formato mp3. Pero, ¿y si los CD originales costaran 2 ó 3 euros? Imaginen, dentro de una funda de cartón con su portada, su contraportada con los créditos (...y el logo de la empresa patrocinadora), un CD “de los pequeños” (8 centímetros), con sus catorce canciones (a un bitrate de 320 kbps, que ofrece una calidad de sonido más que aceptable, en los 184 megas que entran en un disco de éstos, se pueden meter unas 25 canciones de 4 minutos...) Es decir, por el precio actual de un CD, podrían comprar ocho o diez de éstos. Y, tras pasarlos al reproductor de mp3 o al disco duro multimedia, guardados en una caja no supondrían mayor problema de espacio. ¿Y quién va a comprar a un vendedor ambulante un CD pirata (éste sí que lo es) mal copiado, sin carátula ni serigrafía, cuando puede comprar un original por el mismo precio? ¿Pondría ese comprador alguna objeción a la presencia de publicidad en la contraportada del disco?

Por otro lado, si compramos las canciones directamente para descargarlas en nuestro ordenador, desde un sitio oficial, ni siquiera tenemos que almacenar discos por ahí. ¿El precio? Desde luego, no a un euro la canción, ni a medio. Hay que tener en cuenta que un sitio de descargas no es un almacén de discos. En la venta de archivos no se entrega al comprador un objeto tangible, con forma y peso: basta con que el archivo esté en un servidor y el cliente lo descargue. No hay stocks que reponer, ni excedentes que almacenar o destruir, ni camiones para transportarlo todo en cajas de cartón, ni grandes superficies comerciales, ni pequeñas tiendas donde venderlo. Todo ese ahorro debe repercutir en el precio final.

En cualquiera de sus formas, comprar música puede salir mucho más barato. Según clama la Industria, las descargas ilegales representan “millones de discos que se quedan sin vender”. Ellos llaman a esto pérdidas, pero es una falacia: una persona que se baja quince o veinte discos al mes no dispone, habitualmente, de los 500 euros mensuales que tal compra le supondría. ¿Cuánto dinero sería normal gastarse al mes en música? ¿50 euros? ¿Cuántos compradores se gastarían esa cantidad? Imaginen ahora que comprar una canción en un sitio oficial supusiera un gasto razonable. Digamos, diez céntimos de euro por canción. Y volvamos a los “millones de descargas”. Resten los que se bajan canciones sólo porque salen gratis: a fin de cuentas, ésos no comprarían discos aunque no pudieran descargarlos (y de los restantes, muchos tampoco lo harían porque no podrían). Multipliquen los que quedan. ¿Cuántos millones salen?

¿No es mejor vender un millón de canciones a diez céntimos cada una, que diez mil a un euro?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Hola de nuevo! La verdad, me parece todo un detalle una respuesta tan amplia como para hacerla en una nueva entrada.
Sobre los “trailers” en DVDs, suelen ser presentaciones de nuevas películas de la propia compañía, por lo que la publicidad en ellos no genera ingresos, aparte, ésta publicidad siempre se puede “avanzar rápidamente”, por lo que no les serviría a los anunciantes. Por eso puse el ejemplo del Show de Thruman para una medida efectiva de anunciar un producto y el consumidor lo captase, aunque se podrían buscar otras alternativas...
Pero en lo que sí te doy la razón es en la venta de material multimedia vía internet, ya que sale francamente económico tanto para la productora como para el consumidor, y sería una buena manera de solventar el problema de piratería y demás.
Aunque en lo que creo que todos coincidimos es en que el mercado actual de contenidos multimedia debe de adaptarse a los nuevos tiempos, puesto que hoy en día es fácil tener acceso a internet y a un PC para almacenar contenido multimedia. Por lo tanto se debería de optar por un mercado más volcado a internet, desde los servidores web de las propias productoras. Pero ésto ya lo podemos ver en los websites de pequeños autores, que incluso comercializan su música libremente bajo licencia “creative commons”. Y aplicaciones como iTunes ya prestan éste servicio (y a precios económicos).

Nada más, un saludo y, como crítica constructiva, creo que estaría bien colocar más entradas “de tu puño y letra”, en vez de actuar como “coctelera” de varias fuentes.

Nino Cruz dijo...

En realidad, como ya he contado anteriormente, la finalidad de este blog es la de "guardar" las cosas interesantes que voy encontrando por ahí, para poder disponer de ellas en cualquier momento y lugar, más que la de expresar opiniones propias: esto resulta bastante más fatigoso, y exige el empleo de un tiempo del que no siempre dispongo.

Además, te confieso que no me creo en posesión del talento y coraje necesarios para llevar adelante mis opiniones frente a comentaristas que, a buen seguro, saben más que yo de cualquier tema y lo exponen mejor.

Prefiero leer, anotar, enlazar y, a veces, comentar. Y aprender, siempre.

De todas formas, gracias por tu participación y ánimo.