Compré en mayo un nuevo teléfono móvil (me gusta más decir "portátil", pero no me entiende nadie...), un Sony Ericsson modelo W910i. Según análisis y comparativas que había leído, era un buen aparato que destacaba, entre otras cosas, por la duración de la batería. Mi decepción fue grande cuando constaté que ésta se limitaba a dos días escasos, usando muy poco el terminal.
En foros y en la página de Sony Ericsson me recomendaron desactivar el "3G" y el "Bluetooth", y disminuir al mínimo la luminosidad de la pantalla. Ni por ésas. Me comentaron entonces que el fallo debía estar en el propio aparato, porque a nadie le ocurría lo mismo.
Llegué a cambiar la batería por otra nueva, con idéntico resultado.
Así que me armé de valor y, el pasado jueves día 2, por la tarde, me acerqué a la tienda en donde lo había comprado, Telecor (El Corte Inglés) con la intención de devolverlo y cambiarlo por otro igual, convencido como estaba de que mi terminal "había salido malo".
Allí me dijeron que no podrían cambiarlo porque habían transcurrido más de quince días desde la compra. Me dieron el número del servicio técnico de Sony Ericsson y me ofrecieron otro terminal de sustitución para el caso de que tuviera que enviarlo para su reparación.
De repente, a la dependienta se le ocurrió preguntarme por la antigüedad de la SIM, la tarjetita que lleva el "chip". "Más de diez años", le dije. "Entonces es posible que sea de eso".
En diez minutos, que aproveché para copiar la agenda al teléfono, tenía un duplicado de la tarjeta. Sólo me costó 4.50 euros.
Por la mañana del viernes 3 puse el terminal a cargar. Y la carga de la batería ha durado hasta hace una hora: Prácticamente, seis días.
Era la SIM.
Como también hay que dejar constancia de las cosas positivas, cuento esto aquí por si a alguien le pasa algo similar.
jueves, 9 de octubre de 2008
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