De la serie "no era tan tonta", lean, lean el artículo de Pedro L. Angosto en Nueva Tribuna (las negritas las pongo yo):
"Como el Estado socialdemócrata surgido a finales de los cuarenta -esencialmente por el miedo a la URSS- era intervencionista y regulador, duró lo que duró el movimiento obrero activo y el régimen soviético. Amansado aquél y desaparecido éste, los capitalistas decidieron no sólo regresar al antiguo régimen, sino más lejos, al feudalismo. Puesto que era el Estado quién garantizaba los derechos conquistados y quien cobraba los impuestos para su sostenimiento, había que acabar con él para dejar de pagar impuestos, para recuperar el poder perdido, para apropiarse del Erario, de la caja de caudales con la que se paga Sanidad, Educación, asistencia social, pensiones e infraestructuras de uso común. Durante años se dijo y se repitió hasta la saciedad que el Estado era el causante de todos los males, que era ineficaz e insostenible, que los particulares con posibles y la banca –no hay más que mirar el desfalco que perpetran y pagamos entre todos contra nuestra voluntad- eran los gestores ideales. Y mucha gente creyó la mentira, invirtió en pisos y bolsa –era el capitalismo popular- sus pequeños ahorros y se arruinó. Aún así, en su mentalidad disminuida, continuaron creyendo en la mentira más grande jamás urdida, admirando al enriquecido sin preocuparle un bledo el origen espurio de su riqueza -¡¡yo quiero ser como ellos!!- y mucho menos que estaban, cada uno por su pelleja, cavando su propia tumba y la de sus descendientes."Así de claro, esto es lo que está sucediendo. Y no hacemos absolutamente nada por evitarlo.